Con ustedes, un pequeño relato de la serie de terror: "Héroes de Cartón", próximamente ilustrada.. esperenlo..
El Viaje:
“Paz”, bella jovencita de 17
años, mochilera de corazón y rebelde de herencia, cierto día intrigada por los
misticismos del Ingapirca, decide viajar hacia las ruinas, pero una
pequeña voz interna que susurraba a su oído malos augurios.
Cegada y ensordecida por su
ambición de una vida nómada lejos de la ciudad, del agobiante estudio y de la
presión de su abuelo y madre, escapa pues el fin de semana. Que mejor que
empezar una etapa viajera de su vida en las ruinas de Ingapirca, toda la magia
oculta, toda la buena energía sería un buen comienzo para recorrer todo el
mundo.
A escondidas y casi sin
plata, llega a la estación de bus del pueblo a las campanadas de las 11pm.
-“Transporte a
Azuay, Ultima salida 11:30pm”… ¡11:30pm!, Mierda tendré que esperar en este
frío, no me queda de otra- dice Paz.
Sentada jugando Sudoku, se
percata de su soledad en dicha estación. Ni un alma, ni una polilla, ni
siquiera un indigente sodomizado de bazuco en la fría calle.
Inquietada, toma un libro de
su bolso para distraerse, para quemar tiempo y socapar sus nervios.
11:15pm, y sin rastro de
humanidad en dicha parada, no corría ni siquiera viento, bueno, solo una leve
brisa, pero no se sentía natural, era algo peculiar, como si fuera provocada
por algo o alguien. Paz buscaba el origen del inquietante viento.
Regresa a ver a ambos lados,
pero no encontraba nada. A su derecha, un arbusto en la acera de la esquina, de
color verde, un verde muerto y de aspecto un poco decaído; un poste de luz azul
blanquecino, lleno de las típicas carteleras presidenciales en épocas de
campaña, carcomido el cemento y con rastros secos de mixiones de borrachos. A
su izquierda el largo asiento de la parada, con su estructura metálica y fría,
con su techo destruido por vándalos; extrañamente oscuras las folclóricas casas
coloniales que formaban la calle, sin vida y sin ganas de decorar la ciudad.
Cada vez se sentía más raro
el lugar, como si ella hubiese muerto y se hubiera quedado atrapada en esa
maldita parada de bus, donde los segundos no pasan.
Daban las 11:25pm, Paz,
ansiosa de que llegue su bus, para al fin estar “segura”, prepara su maleta, se
amarra las zapatillas y prende un cigarrillo de cannabis.
-una pequeña dosis para relajarme en el viaje-
Saca su encendedor, lo
prende y lo acerca a su cigarro, pero antes de poder aspirar para prenderlo, un
fuerte soplo lo apaga y retira el cigarro de la boca de Paz. Regresa a ver y
encuentra a un hombre parado en frente de ella.
-no deberías fumar eso- dice el hombre,
-y a ti que te
importa que haga yo, es mi vida, no tengo porque hacerte caso, ni siquiera te
conozco-es lo que pensaba decir Paz, pero con un nudo en la garganta, solo
responde: -lo siento, ¿usted quién es?
– ¿yo?, ha! Solo
soy un fiel servidor que quiere hacer lo correcto. Ven siéntate te ves algo
tensa, ¿vas en el bus de las 11:30?
Paz responde:
-ehm… si, voy de viaje al sur. Y… ¿Cuál es su nombre?-
-Mi nombre no
importa-dice el hombre con una mirada fría, sin expresiones en su rostro y con
las manos temblorosas, -soy un simple hombre de campo que trabaja la tierra
para vivir.-
Paz, asustada y nerviosa
intenta ver de reojo las pertenencias del caballero sentado junto a ella. Un
cuchillo, un revolver, un fierro, no podía adivinar que llevaba en el bolsillo,
-quizás estoy paranoica -pensó Paz.
Llegan las 11:30pm, y a lo
lejos se divisan unas luces como de camión. –Al fin llegó-dice el campesino.
Paz se sentía aliviada, al
fin podría subir al bus y sentarse lejos del hombre misterioso, al menos el
controlador podría ayudarla por si pasara algo. Al aproximarse las luces, se
descubre que no era el bus, sino una camioneta. El campesino se empieza a
comportar cada vez más misterioso, su respiración cambia y se vuelve fuerte,
con ritmo rápido, él se despoja de su chaqueta y descubre en su cintura un
cuchillo oxidado y un martillo enrollado en soga.
Paz intenta gritar, pero el
campesino la agarra firmemente por la cintura y cubre su boca con su chaqueta.
La sube a la camioneta que manejaba la pareja del campesino, y se la llevan
lejos.
Nadie volvió a ese paradero,
excepto jóvenes turistas que desaparecen misteriosamente, solo se encontraron
fotos distorsionadas de Paz, la encontraron a pocos kilómetros del lugar, sus
padres solo permitieron mostrar dos de ellas, por su crudeza.
“Los Martilleros”, son dos
hombres que aun son buscados, se sabe que son pareja y tienen tendencias
sadomasoquistas de abuso sexual, van cambiando de apariencia y de oficio para
no ser descubiertos, existe una sola imagen de ellos al final del relato.
CONTINUARA.
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